PENSAMIENTO LIBRE

Tuesday, October 17, 2006

MI PRIMERA ENTRADA

12 de octubre 2006Bienvenida señorita Claudia Patricia Pineda es un placer tenerla como usuaria de esta pagina.Puede usted iniciar su diario:Hoy le doy gracias a Dios por este nuevo día,y escribire un poema que regalo alguien muy especial.

TACTICA Y ESTRATEGIA
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
mi táctica
hablarte

y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no se como ni sé
con que pretexto
pero quedarme en vos.
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera no sé como ni se
con que pretexto
por fín me necesites
A PROPOSITO DE LA METAMORFOSIS


La metamorfosis narra la historia de Gregorio Samsa, viajante de comercio, quien preso en la rutina del trabajo y las responsabilidades asignadas por su familia, se descubre un día al despertar, convertido en un insecto de proporciones humanas; de ahí en adelante su existencia se transforma, es rechazado por sus familiares, pierde el trabajo, pasando a ser un prisionero dentro de su habitación, y a medida que va aceptando su nueva condición de insecto, es llevado al olvido, solo su hermana menor se encarga de cuidarlo. Hasta que victima de una herida propiciada por su padre, y el peso de la culpa y la indiferencia, una noche se entrega a la muerte.

Su autor Franz Kafka (1883-1924) es considerado como uno de los pilares de la literatura contemporánea. Producto de una extraña mezcla entre un judío Checo (Hermann Kafka), y una judía alemana (Julie Lowy), en su juventud curso estudios de Ingeniería química, los cuales abandono a las pocas semanas, y de abogacía, llegando a ser titulado en este campo. Su vida trascurrió en tres ámbitos fundamentales, de un lado su hogar, signado por la imagen autoritaria de su padre; la oficina, pues trabajo en varias compañías de seguros, conociendo así la dinámica interna del trabajo burocrático; y su propia obra, que concebía como única salida y perdición, de ahí que encargara a su albacea Max Brod quemar sus manuscritos en el momento de su muerte.

Considerando la importancia tanto del autor como de su obra, pretender aquí consolidar un análisis integral de La metamorfosis, sería una labor supremamente pretenciosa, por esto a continuación se buscará interpretar solo un conjunto de elementos que hace parte de la obra y permiten dilucidar algunos de los sentidos que ella posee. Siguiendo este objetivo, en primer lugar el texto se divide en distintos apartados temáticos, que se enmarcan en el campo de las alusiones realizadas por el autor; y concluye interpretando las etapas de cambio que experimenta el personaje.

La metamorfosis y el caparazón.

Desde su inicio el relato de Kafka ubica al lector en una situación grotesca y tensionante, Gregorio se despierta convertido en un enorme insecto, sin embargo pese al cambio físico este conserva sus facultades intelectuales, emocionales, e incluso comunicativas, hecho que acentúa el efecto del cambio, al hacer participe al ser humano de su propia tragedia.

Ahora bien, el aislamiento que experimenta Gregorio no es producto súbito de su transformación, más bien obedece a un lento proceso de separación causado por su trabajo. El personaje, es un viajante de comercio, que casi todo el tiempo mantiene fuera del hogar, y el poco espacio que le queda de vida familiar, lo ocupa planeando itinerarios de trenes o estudiando mostrarios de mercancías.

Aunque Gregorio no posee un supervisor directo, pues solo se menciona un enviado de la compañía, ni tampoco esta sometido a la dinámica propia de los proletariados, convivir con la maquina; él mismo se convierte en su propio jefe, su vida personal por sus obligaciones laborales, estableciendo un ritmo excesivo de vida, al dedicar todo su tiempo al trabajo.

En esta tensión entre el ser para el trabajo y el ser para la vida, el cambio físico aparece como una reiteración de la vida funcional, de la faceta laboral de Gregorio, que termina imponiéndose por sobre su presencia como sujeto. Al respecto Jean Ruffet anota “El ser social se separa del ser intimo, el cual acaba de petrificarse. La división de la totalidad del ser se ha consumado…”.

Sin embargo, el resultado de esta división no logra el objetivo esperado, pues en lugar de producir un ser autómata, que multiplique su jornada, se produce un ente sin ninguna cualidad, aparte de su fealdad y extrañez, que no solo pone en riesgo la estabilidad económica del hogar, sino que se convierte en una carga, obligando a sus familiares, a cambiar su condición de mantenidos, por la de empleados subalternos.

Otro de los resultados de la transformación, quizás el más importante, es que pone de manifiesto la condición parasitaria de los familiares de Gregorio, al ser él único responsable de los gastos de la familia, los demás miembros asumen un papel de inútiles, dependiendo en su totalidad de los ingresos del protagonista. En palabras de Kafka “La metamorfosis no es ninguna confesión, aunque en cierto modo sea una indiscreción, pues ¿Acaso es discreto o de buen gusto hablar de los insectos de la propia familia”.

En mención al segundo aspecto, el caparazón, es necesario aclarar como lo hace Vladimir Nabokov, que el insecto en el que se convierte Gregorio no puede ser una cucaracha como lo han hecho creer algunos ilustradores, pues de un lado la espalda de estos insectos es plana, cosa que no seria consecuente con el caparazón oblicuo del que se habla en la obra, y de otro, la dureza de esta protección es amplia, tanto como para atenuar la caída del propio cuerpo, resistencia que si bien poseen las cucarachas, es propia de otros insectos.

En esta medida, se habla de un escarabajo, un insecto que por sus características físicas y cualidades se adapta a las descripciones realizadas por el autor. Si esto es así, recordando la fisonomía de estos animales, de un lado Gregorio se encuentra protegido por una especie de blindaje, un caparazón duro, que simboliza el encierro de la propia subjetividad, su aislamiento total.

En un cuerpo endurecido y extraño, el ser íntimo se pierde, es ocultado tras una pared creada a base de oficios y responsabilidades; totalmente inútil para los intereses de su familia el Gregorio sensible, humano, pese a su apariencia; es rechazado. En una clara demostración de la faceta funcional del ser humano, de una organización en la que el valor de los sujetos se da en proporción a su utilidad, llámese familia o sociedad, Gregorio es condenado a la muerte y el olvido, que es otra forma de morir. Basta preguntar como lo hace Nabokov, ¿Si los escarabajos traen bajo su armazón un par de alas, Gregorio Porqué nunca se atrevió a volar o a usar la ventana para escapar?


La obligación y el trabajo.

Regresando al inicio de la obra, la primera preocupación que llega a la cabeza de Gregorio, es el incumplimiento a su trabajo; contempla formas de justificar su ausencia, e inclusive pronostica la visita de algún delegado de la empresa, en su hogar pidiendo una explicación, hecho que sucede posteriormente. Es necesario decir que Gregorio, no es un ser intelectual, a perdido, o no posee, ninguna ambición artística o existencial fuera de su trabajo, situación que lo convierte en un engranaje más de la maquina productiva.

Sin embargo tras de esta aparente existencia laboral se oculta un interés por liberarse, pues existe la presencia de una deuda con la empresa que debe ser saldada, y Gregorio en su afán por ajustar las cuentas y así librarse de las responsabilidades conferidas por su familia, no limita sus oficios aminorando así su carga.

La importancia de este compromiso es reiterada por la reacción de sus familiares al observar que Gregorio no sale de su cuarto, y por ende no asiste a su trabajo. El afán por recordar a Gregorio su papel dentro de la familia, lleva a todos los miembros a exigir una explicación y pronta solución de esta falta, pues más que nadie ellos saben cual es la consecuencia de esta conducta por parte del viajante.

Cabe mencionar que dentro de la vida de Kafka la imagen de la productividad y el comercio, va a estar presente de seguido, su padre tiene una especie de negocio en el que comercia todo tipo de objetos, y a ella la familia entera dedica gran parte de su tiempo. Además, el mismo Kafka experimenta fundar o administrar empresas, con resultados funestos, pues a causa de su salud se declara inadecuado para el trabajo físico.

Atada a la imagen de la deuda, se encuentra la empresa, la institución a la que pertenece, que le justifica y presiona, esta es representada por dos sujetos, un emisario que va a la casa de Gregorio a pedir una explicación, y un medico que solo se menciona, para el que “todos los hombres están perfectamente sanos y la única dolencia que padecen es la aversión al trabajo”.

Estos dos sujetos permiten catalogar el carácter de las instituciones para Kafka, en primer lugar el jefe, o emisario que llega al hogar de Gregorio, es solo un representante de una entidad mayor, anónima y supremamente lejana, que pese a ello ejerce una presión simbólica sobre el sujeto, pasando de ser una abstracción externa a una realidad interna, en la medida que condiciona todas las acciones del personaje.

De otro lado se encuentra el medico, figura paradójica que en lugar de procurar el bienestar físico de los trabajadores, desde una visión filantrópica; les reprende tratándolos de holgazanes, haciendo gala de una postura netamente comercial e inhumana. Justamente en esta carencia de sensibilidad radica la segunda característica de las instituciones, pues al poseer un poder supremo, se imponen sobre la vida de los hombres, quienes de una u otra forma las crearon y sostienen.

En mención a este aspecto el novelista Milan Kundera, en El arte de la novela afirma “ En la historia moderna hay tendencias que producen lo Kafkiano en la gran dimensión social: la concentración progresiva del poder que tiende a divinizarse; la burocratización de la actividad social que transforma todas las instituciones en laberintos sin fin; la consiguiente despersonalización del individuo. Los estados totalitarios, en tanto que concentración extrema de estas tendencias, han puesto en evidencia la estrecha relación entre las novelas de Kafka y la vida real”.

La posibilidad de liberarse a través de la ventana.

Dentro de la habitación de Gregorio la imagen de una ventana que comunica la vida privada del personaje y ciudad aparece como una metáfora debido a que pese a significar un escape físico no es usada al ser la metamorfosis un proceso subjetivo relacionado con la psicología del personaje.

En otras palabras, la aparición de la ventana acentúa la soledad del personaje, y su encierro. Gregorio sabe que en su nueva condición no puede huir a ningún sitio, y esta lejos de la vida organizada de los seres humanos normales.

La reiteración del número tres.

Un último elemento dentro de este inventario, es la continua alusión al número tres; son tres los miembros de la familia, son tres los inquilinos que llegan a la casa, son tres los pisos de la casa, etc. Si bien este número se prestaría a una interpretación teológica de la obra al ser visto a modo de alusión a la trinidad, como lo afirma Kundera “Porque ver una alegoría religiosa allí donde Kafka captó situaciones concretas de la vida humana”.

En la historia de la humanidad el número tres ocupa un lugar relevante, son tres los niveles del otro mundo, cielo, purgatorio e infierno, son tres los componentes del ser cuerpo, mente y espíritu, tres son los principios de la revolución francesa, etc. De ahí que obviando las interpretaciones forzadas y sospechosas, basta decir que esta búsqueda por la figura perfecta, tanto a nivel cultural como artístico, justifica esta alusión.

A modo de cierre y recapitulación.

Antes de cerrar es conveniente indicar las etapas que experimenta el personaje a lo largo de la obra, pues no solo son datos anecdóticos, sino que encierran todo un trasfondo simbólico, que entra en dialogo con lo tratado en este texto.

En primer lugar como parte de una institución el personaje es solicitado, debe llegar a tiempo, cumplir con un horario, al desobedecer la solicitud, se genera un castigo, Gregorio se queda dormido y allí radica uno de los causales de su angustia, tal vez también el de su transformación, su familia lo nota y presiente el cambio que se avecina.

Luego, el castigo individual se vuelve colectivo, la familia comienza a sufrir las consecuencias de huir de la institución, que simulando a un dios deja caer el rigor de sus leyes; la familia empieza a desmoronarse, tratando de sobrevivir, integrándose a modo de reemplazo al sistema que abandono Gregorio. Mientras tanto, este empieza a perder su humanidad, actúa como un insecto, gusta de los lugares oscuros y evita el contacto con los demás.

En tercer lugar, la institución envía tres jueces a la casa de los Samsa, estos inquilinos abusan de su poder, actitud propia de la institución, obrando como generadores de conflicto al romper la aparente convivencia de la familia con Gregorio. Esta intervención condenará al insecto, la ejecución es labor de su padre, quien en un ataque de violencia le clava una manzana en el costado, además estos entes externos divulgarán la vergüenza familiar, trascendiendo del plano intimo al colectivo.

En últimas, Gregorio cae victima del castigo, se entrega a su destino en una de las escenas más conmovedoras de la obra; muere de soledad y tristeza, muere por ser un elemento extraño y ajeno a la vida organizada. Mientras el cadáver es desechado, se prepara su reemplazo, pues su hermana ocupará el lugar que abandonó, ya esta en edad de casarse, se convierte en la llave para postergar el ciclo, al final el lector advierte que nada ha cambiado.

Notas bibliográficas

KAFKA, Franz. La metamorfosis. Lectorum. México, 1999.
KUNDERA, Milan. El arte de la novela. Tusquest Barcelona, 1986.
MARTHE, Robert. Kafka. Guadamarra. Barcelona, 1970.
RUFFET, Jean. A propósito de la metamorfosis. Revista Astrolabio n.2. Ibagué 1985.


CLAUDIA PATRICIA PINEDA RUEDA
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¿DÓNDE ESTA LA FRANJA AMARILLA?


- ¿Qué es ser colombiano?
- No sé –le respondí-. Es un acto de fé”

Jorge Luis Borges.



¿Qué significa pertenecer a un país?, parece ser una de las principales interrogantes que fundamentan las reflexiones del libro de William Ospina “¿Dónde esta la franja amarilla?”, en el que este novelista, poeta y ensayista tolimense trata de caracterizar los males que agobian a los habitantes de Colombia, y realizar todo un marco de referencia histórico que permite comprender el estado actual de la nación.

Este preciso y contundente texto se compone de cuatro piezas, las dos primeras enfocadas a descubrir el germen de la miseria (axiológica y social) en la que se encuentra el país; y los dos últimos dedicados a temáticas particulares, como lo son la historia y caracterización de la capital del país: Bogota, y una corta mención al pensador colombiano Estanislao Zuleta. Por razones de interés y especificidad nos centraremos aquí en los dos primeros ensayos del libro, al dilucidar de forma extensa la propuesta social de este escritor y sus reflexiones sobre la situación actual del país.

Para Ospina los colombianos sufren de cuatro males que los agobian y oprimen; en primer lugar el pueblo colombiano no es capaz de reconocerse a si mismo, su visión de mundo se basa en una actitud servil ante lo foráneo y extranjero, reemplaza lo autóctono y local, asumiéndolo como burdo y anacrónico, por toda suerte de producto y comportamiento vendido a través de los medios masivos de comunicación. El colombiano promedio desconfía de la mano de obra local, de los productos de su región, no es capaz de discernir entre lo que le fue dado como propio y las ideas que le esta vendiendo la sociedad mediatizada.

El primer problema del país es que sufre de olvido, ha perdido sus rituales, mitología, su mística y magia, ha rechazado a través del uso de ademanes extranjeros, su raíz mestiza y mulata. Para los colombianos la palabra indio, es usada al designar la persona baja y burda, más no como apelativo indentitario de cada uno de los habitantes de esta híbrida región. Colombia es un lugar de confluencia entre razas, culturas, lenguas, cultos y cosmovisiones, es una cultura rica que se nutre de distintas raíces, de ahí que no se entienda porque tal resistencia para aceptarlo.

Desde el descubrimiento y la conquista, la sociedad colombiana mantuvo la cabeza abajo, no opuso ninguna suerte de resistencia. Basta observar que mientras en países vecinos como México, los precursores de la conquista son repudiados, llegando incluso al olvido; en Colombia son honrados con estatuas en los parques o celebraciones especiales a su memoria, Marca semántica de la postura del país ante el proceso de colonización emprendido por Europa y que de por sí representa la pasividad con la que el establecimiento local asumió el poder extranjero. Justamente en este gusto por lo externo, esta actitud servil ante lo ajeno y odio por lo propio se fundamenta gran parte de la miseria actual, pues, en términos del autor, un país que no conoce ni reconoce su pasado esta tristemente condenado a repetirlo.

Citando a García Márquez y a Gaitan, William Ospina escribe “uno no es de donde le llegan las modas, sino de donde tiene sembradas las tumbas” , es decir un pueblo tiene la responsabilidad de acercarse a sus raíces, aceptar lo que es, por su puesto sin caer en los arcaísmos, pues no se pide que el colombiano use de nuevo taparrabo y case con flechas; más bien se le pide encontrar en la diversidad su principal característica o razón de ser, y manifestarse como parte de una cultura tan legitima y antigua como las otras.

De esta forma y retomando los planteamientos de Borges con los que se abre este texto, el ser colombiano, no radica en una ubicación geográfica, un dato en el registro civil, o en portar una camiseta o manilla con el tricolor, sin saber siquiera que representa, sino en declararse parte de una cultura, conocerla y valorarla como propia, tratando de entablar un dialogo entre aquello que nos hace únicos y el mundo que nos rodea.

La segunda característica del colombiano es que no valora los recursos que ofrece su país. Al sentir indiferencia por lo que le rodea, el pueblo olvida la gran riqueza natural que posee este territorio, estableciendo una dinámica de destrucción y degradación, que de forma inconsciente a futuro va a terminar destruyendo su entorno.

Para este autor Tolimense, el principal error que esta cometiendo Colombia, es permitir la intervención de organismos internacionales o naciones externas, que controlen, exploten y arrasen con sus recursos naturales; pues si bien los medios de comunicación y el discurso oficial abogan por la intervención extranjera y el papel de la empresa privada en la economía nacional, esta intervención no es fortuita y obedece a un afán por sacar un mayor provecho de los recursos que ofrece el territorio patrio.

Sí el colombiano no valora los recursos naturales de su territorio es porque no es consciente de su importancia, porque sus gobernantes no han pensado como explotarlos y sostenerlos; al respecto Ospina reseña dos sucesos que develan el precario estado de el problema, la inconclusa labor de la expedición botánica, que hasta el momento no se ha intentado postergar, y la aparición del libro Birds of Colombia, la publicación más completa que hay sobre la diversidad de aves en el país y que paradójicamente no se encuentra traducida al español.

Como es evidente, el problema no solo se limita a la actitud sino a la ubicación, al entorno en el que se desarrolla el colombiano, y aunque este se caracteriza por la diversidad y belleza, no es valorado por los habitantes ni como fuente de recursos económicos, ni como reserva natural y biológica para el futuro.

Volviendo a la expresión inicial de Borges el ser colombiano no solo es un acto de fe, sino el producto de un reconocerse en el mundo, de una valoración y toma de conciencia respecto a la nación que posee, sus posibilidades, características; y las responsabilidades conferidas a cada uno de los habitantes en el sostenimiento de su ambiente vital.


Para William Ospina el tercer problema del país, radica en que el colombiano ha dejado de reconocer y reconocerse en el otro. Preso en un individualismo exacerbado, fomentado por el discurso oficial de la intolerancia y la exclusión, el país se encuentra fragmentado; en lugar de perseguir bienes comunes se fomenta el beneficio privado, eludiendo la presencia de aquel que no posea los mismos recursos o que tenga formas distintas de asumir el mundo.

La Nación se divide en dos bandos, los que tienen y los que no tienen. Sin embargo, es evidente que gran parte de la población hace parte de los que no tienen, mientras que una minoría selecta es la que monopoliza los recursos económicos. Este hecho denota una distribución desigual de los recursos, propia de una sociedad en la que prevalecen principios europeos de exclusión.

Mientras que unos controlan el poder, la mayoría se conforma con un trabajo promedio, laborar durante jornadas extenuantes e inhumanas por un sueldo mínimo, o en el peor de los casos engrosar la lista de indigentes que abundan en las calles, o la de sicarios y ladrones.

Citando al esplendido dramaturgo y poeta Bernard Shaw, Ospina nos muestra las repercusiones de la miseria en la sociedad pues “permitir que haya miseria es permitir que la sociedad entera se corrompa”; que la tranquilidad tanto de unos como de otros se evapore. En Colombia ya no pueden vivir ni los ricos ni los pobres; los primeros a causa del descuido del estado y el rechazo de la sociedad, que les niega la posibilidad de acceder a un empleo y profesión dignos, hecho que produce la violencia al ser el único camino para tomar lo que se necesita; y los otros, al no poder caminar seguros, tener que vivir rodeados de escoltas o en físicas fortalezas que los separen del mundo de los hambrientos.

Otro de los elementos que abundan en el discurso de William Ospina, es la denuncia ante la pasividad e indiferencia con la que el colombiano promedio acoge el estado actual de sus semejantes. En una manifestación de insensibilidad, se ha perdido el respeto por la vida, el trato digno y los derechos de cada ser humano, hecho que no solo significa una perdida completa de valores como la filialidad y el respeto, sino que demuestra un alto grado de deshumanización, propio de un país en el que la muerte es una practica diaria y masificada.

Como uno método para superar esta situación, el ensayista propone una tarea para la humanidad “la tarea de reconocerse en el otro, la tarea de asumir la diferencia como una riqueza, la tarea de aprender a relacionarnos con los demás sin exigirles que se plieguen a lo que somos o asuman nuestra verdad”.

Se entiende que no es posible aspirar a un cambio inmediato de las estructuras sociales y la administración del poder, de ahí que el texto proponga un cambio interno, a través del que se superen las limitantes propias y los prejuicios, dando el valor que merece a las posiciones o visiones propias de los semejantes, pues solo de esta forma se podrá comenzar a soñar con una sociedad, más justa equitativa y democrática.




El último problema reseñado por el autor es la falta de un estado eficaz, que represente los intereses de la nación, y no los de una elite aristócrata. Para hablar de este aspecto el autor realiza toda una revisión de la historia de los gobiernos colombianos, gracias a la que concluye: A. En los primeros albores de la nueva republica los gobernantes no prestaron mayor atención al pueblo, usándolo solo en momentos específicos y en procura de beneficios individuales. B. El poder de los conservadores y el clero, centralizó el poder y mantuvo al pueblo sometido bajo preceptos de obediencia, prácticamente hasta el siglo XX. C. En la primera mitad del siglo XX la fuerza liberal, encarnada en la imagen de personalidades como Jorge Eliécer Gaitan, procuro un proyecto de unificación democrática, un estado participativo y justo en el que se diera una distribución equitativa de los bienes nacionales, de ahí que la muerte de Gaitan cae como una retaliación del estado de orden tradicional. D. La llamada época de la violencia simbolizo de un lado la muerte de los ideales de Gaitan y de otro, una reafirmación del estado centralista y aristócrata, pues la lucha se dio entre las clases populares y no entre los altos dirigentes políticos. E. El frente Nacional, no simbolizó una respuesta a la situación de la violencia, no abogo por el pueblo, sino por acentuar la hegemonía de los partidos y eliminar cualquier tipo de posición divergente o popular.

Considerando lo anterior, es evidente que a lo largo del panorama político nacional imperan la exclusión y el centralismo. Estatalmente Colombia ha sido dirigida por la clase burguesa en particular, hecho que signa sus intereses y los encierra en el plano de lo individual o restringido, dejando a las clases populares en un estado de indefensión y desigualdad.

Si el estado no representa los intereses del pueblo, es porque sus integrantes se olvidan de él, por que los ciudadanos han ignorado su legítimo derecho a indignarse y manifestar su descontento, ya sea por indiferencia o por la presión del gobierno; por que ha sido el mismo pueblo el que ha permitido que se reduzcan sus derechos, que los estados asuman un cierto grado de divinidad; y que el extenso laberinto del poder, planteado por Kafka, se imponga en todos los planos de la vida social.

¿De que sirve un estado que no representa las necesidades de un pueblo? Continuamente se pregunta el autor, y junto a ello ¿De que sirve un pueblo que no es capaz de manifestarse en contra de la injusticia?. La propuesta final que hace William Ospina es que sean los mismos ciudadanos los que se levanten en contra de un estado inhumano y distante, que al ver la inutilidad de los partidos tradicionales, de una sociedad dividida y fragmentada, se luche por una integración de todos los polos, por un reconocimiento de la diferencia y un convivir con ella. ¿Qué es la franja amarilla?, es la coalición, el reconocimiento de la multiplicidad de formas, la unión de las fuerzas en busca de un destino mejor, ahora más que nunca.


NOTAS BIBLIOGRAFIAS

BORGES, Jorge Luis. “El libro de arena”. Emecé. Buenos Aires 1977.
OSPINA, William. “¿Dónde esta la franja amarilla?”. Ed. Norma. Colombia, 1997.

Claudia Patricia Pineda